El lunes rendí el último examen final de ésta época, había dedicado bastante tiempo para estudiar, pero cuando entregué mi examen no salí con la certeza de que me haya ido bien, tendré que esperar al menos una semana para saber si aprobé o no. Me dolería bastante no hacerlo porque entonces habría desperdiciado mi tiempo en lugar de aprovechar los últimos días antes de comenzar nuevamente las clases...
El tener que estudiar fue uno de los motivos por los cuales tuve abandonado este espacio, pero otro y quizás el mas importante es que sentía que no tenía nada para escribir, que lo que daba vueltas por mi cabeza estos días no valía la pena escribirlo, porque ya estaba rondando siempre sobre lo mismo. Además encontraba en las horas de estudio la forma de acallar mis pensamientos. No creo que la forma de sentirme mejor sea huir de lo que siento, pero en estos momentos fue lo único que se me ocurrió. Si escribía algo, era remover todo lo que me dolía, y no estaba dispuesta a pagar ese precio.
Hasta el lunes que comienzan las clases estoy de vacaciones y no puedo negar que tengo miedo. Miedo a mi tiempo libre. A que estos espacios de ocio conviertan mi mente en mi cárcel imaginaria. En que mis pensamientos sean los carceleros.
Sé que está en mí que eso no ocurra, en no encerrarme en casa, en no dejar que pensamientos irracionales se apoderen de mí...
Estados de ánimo (Mario Benedetti)
Unas veces me siento
como pobre colina
y otros como montaña
de cumbres repetidas.
Unas veces me siento
como un acantilado
y en otras como un cielo azul pero lejano.
A veces uno es
manantial entre rocas
y otras veces un árbol
con las últimas hojas.
Pero hoy me siento apenas
como laguna insomne
con un embarcadero
ya sin embarcaciones
una laguna verde inmóvil
y paciente, conforme
con sus algas sus musgos y sus peces,
sereno en mi confianza
confiando en que una tarde
te acerques y te mires,
te mires al mirarme.