Doná comida gratis

19 de febrero de 2009

He guardado un silencio bastante parecido a la estúpidez...

Porque sé que callo cuando debería hablar y grito cuando debería callar.

Comprendí el error que durante tanto tiempo he cometido. Que era capaz de cuestionar cosas simples, que no merecían la pena y sin embargo me enojaban, pero no hablaba cuando realmente algo me importaba o lastimaba.

Como si fuera una cajita de cristal iba guardando actitudes que causaban dolor, sentimientos que florecían, incapaz de manifestarlo. Hasta que en un determinado momento, el espacio se agota y lo que sea que se está por guardar estalla.

Soy frontal, hasta impulsiva, pero con determinadas personas, en determinados momentos. Depende, por supuesto, del nivel de confianza que haya adquirido.

Sé también, que el miedo, la inseguridad, hace que me aleje de lo que quiero, que construya muros donde había caminos. Con el triste empeño de protegerme. Pero, ¿de qué? De una posible desilusión, de un posible rechazo, de que todo salga bien y de pronto se termine... Suena completamente ilógico, pero es increíble lo que nuestra mente puede conseguir, porque en ese afán de "estar bien" lo que consigo es hacerme daño. Sin duda, es peor padecer la inactividad, el sentir la incapacidad de luchar por lo que se quiere, ver como cada día tus pasos recorren exactamente el camino contrario...

Estoy en proceso de cambio, pero como todo proceso, es lento.

Sin embargo, hay un aspecto donde no puedo visualizar el cambio, no he vuelto a tener la oportunidad de aplicar lo que aprendí, porque no ha aparecido nadie aún en mi camino que haga nacer en mí un nuevo sentimiento y hasta que eso no ocurra no podré poner en práctica todo el empeño para no "huirle", para no cerrar de un portazo la puerta que de a poco se va abriendo...

12 de febrero de 2009

El mate...

Yo era de las que iba a la casa de alguien y cuando le ofrecían un mate decía: "No, gracias, no tomo mate". Pero esta situación cambió cuando comencé la universidad, ahora que lo pienso muchas cosas cambiaron en mí desde entonces.
Las horas de estudio preparando las materias del cursillo de ingreso hicieron que empezara a aceptar mates, y me descubrí a mi misma ofreciéndolo cuando alguien iba a casa.
Es una costumbre que invita a conversar, a juntarse con amigos...
Hoy voy a transcribir un texto del cual desconozco el autor, que venía con un mate que compró mi mamá hace un tiempo y me pareció tan real, tan significativo que decidí compartirlo aquí...




El mate no es una bebida. Bueno, sí. Es un líquido y entra por la boca. Pero no es una bebida. En este país nadie toma mate porque tenga sed.
Es más bien una costumbre, como rascarse.

El mate es exactamente lo contrario que la televisión: te hace conversar si estás con alguien, y te hace pensar cuando estás solo.

Cuando llega alguien a tu casa la primera frase es 'hola' y la segunda '¿unos mates?'.


Esto pasa en todas las casas. En la de los ricos y en la de los pobres. Pasa entre mujeres charlatanas y chismosas, y pasa entre hombres serios o inmaduros.

Pasa entre los viejos de un geriátrico y entre los adolescentes mientras estudian o se drogan.

Es lo único que comparten los padres y los hijos sin discutir ni echarse en cara.

Peronistas y radicales ceban mate sin preguntar.

En verano y en invierno.

Es lo único en lo que nos parecemos las víctimas y los verdugos; los buenos y los malos.

Cuando tenés un hijo, le empezás a dar mate cuando te pide. Se lo das tibiecito, con mucha azúcar, y se sienten grandes. Sentís un orgullo enorme cuando un esquenuncito de tu sangre empieza a chupar mate. Se te sale el corazón del cuerpo.

Después ellos, con los años, elegirán si tomarlo amargo, dulce, muy caliente, tereré, con cáscara de naranja, con yuyos, con un chorrito de limón.

Cuando conocés a alguien por primera vez, te tomás unos mates. La gente pregunta, cuando no hay confianza: '¿Dulce o amargo?'. El otro responde: 'Como tomes vos'.

Los teclados de Argentina tienen las letras llenas de yerba.

La yerba es lo único que hay siempre, en todas las casas Siempre. Con inflación, con hambre, con militares, con democracia, con cualquiera de nuestras pestes y maldiciones eternas. Y si un día no hay yerba, un vecino tiene y te da.

La yerba no se le niega a nadie. Éste es el único país del mundo en donde la decisión de dejar de ser un chico y empezar a ser un hombre ocurre un día en particular.

Nada de pantalones largos, circuncisión, universidad o vivir lejos de los padres.

Acá empezamos a ser grandes el día que tenemos la necesidad de tomar por primera vez unos mates, solos.

No es casualidad. No es porque sí.

El día que un chico pone la pava al fuego y toma su primer mate sin que haya nadie en casa, en ese minuto, es que ha descubierto que tiene alma.

O está muerto de miedo, o está muerto de amor, o algo: pero no es un día cualquiera.

Ninguno de nosotros nos acordamos del día en que tomamos por primera vez un mate solo. Pero debe haber sido un día importante para cada uno.
Por adentro hay revoluciones.

El sencillo mate es nada más y nada menos que una demostración de valores...

Es la solidaridad de bancar esos mates lavados porque la charla es buena.
La charla, no el mate.

Es el respeto por los tiempos para hablar y escuchar, vos hablas mientras el otro toma y es la sinceridad para decir: ¡Basta, cambia la yerba!'.

Es el compañerismo hecho momento.

Es la sensibilidad al agua hirviendo.

Es el cariño para preguntar, estúpidamente, '¿está caliente, no?'.

Es la modestia de quien ceba el mejor mate.

Es la generosidad de dar hasta el final.

Es la hospitalidad de la invitación.

Es la justicia de uno por uno.

Es la obligación de decir 'gracias', al menos una vez al día.

Es la actitud ética, franca y leal de encontrarse sin mayores pretensiones que compartir.

10 de febrero de 2009

Exámenes

Ayer rendí una de las materias mas importantes de mi carrera, una de las que peores fama tiene en cuanto a dificultad, no solo por el contenido sino por el profesor...

Recuerdo que el primer año en la universidad el "monstruo" era una materia de primero, que muchos tenían que recursar e incluso luego rendirla incontables veces hasta lograr el tan ansiado aprobado. La pase sin problemas, pero creo que la clave fue que decidí no hacer caso a todos los comentarios que nos hacían, elegí no temerle y estudié como para cualquier otra, pudiendo decir que fue una de las mas sencillas comparada con las de ahora. No porque sea mas inteligente que el resto, simplemente iba a rendir y no me cohibía, pensaba con claridad...

Mas avanzada la carrera las "difíciles" son las tributarias, como les decimos para evitar el nombre tan largo que tienen en el plan de estudio... y también, las regularicé la primera vez que las cursé... pero para rendir, la primera de ellas, por más que intentaba no pensar en que la cantidad de desaprobados siempre es superior, no pude evitarlo... los nervios se hicieron presente y pasé un fin de semana con mucha presión...


Había estudiado, desde que regresé de vacaciones le dediqué la mayor parte de mi tiempo, quería rendirla, aunque tuviera también fecha el 23 necesitaba intentarlo, no podía permitir que el miedo a desaprobar me paralizara... así que fui, con malestar físico, con la boca seca, pareciendo impasible pero haciendo un tremendo esfuerzo por mantener la calma...

Aún no tengo la nota, hasta dentro de unos días y aunque la calma no la conseguiré hasta no conocerla me he quitado una tremenda presión y si tengo que realizar otra vez el examen ya habré pasado por la experiencia...

2 de febrero de 2009

Todavía una canción de amor.

El día que escuché por primera vez la canción que hoy voy a poner, supe que era de entre todas la que más me gustaba, quizás porque me identificaba con la letra o simplemente por la manera que plantea tantas contradicciones, por la música, por todo... simplemente me encanta y fue la primera canción de rock que me gustó, después de escuchar durante mucho tiempo baladas...
En fin, hoy quiero compartirles parte de mis gustos, un pedacito más de mí...


Todavía una canción de amor
Los Rodríguez
Autor: Joaquín Sabina.




No te fíes si te juro que imposible,
no dudes de mi duda y mi quizás.
El amor es igual que un imperdible
perdido en la solapa del azar...


La luna toma el sol de madrugada,
"nunca jamás" quiere decir "tal vez".
La muerte es una amante despechada
que juega sucio y no sabe perder.


Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor.


No corras si te llamo de repente,
no te vayas si te digo "piérdete";
a menudo los labios más urgentes
no tienen prisa dos besos después.


Se aferra el corazón a lo perdido,
los ojos que no ven miran mejor.
Cantar es disparar contra el olvido,
vivir sin ti es dormir en la estación.


Estoy tratando de decirte que
me desespero de esperarte,
que no salgo a buscarte porque sé,
que corro el riesgo de encontrarte;
que me sigo mordiendo noche y día
las uñas del rencor;
que te sigo debiendo todavía
una canción de amor...